"El collage es la innovación más importante del arte en el siglo XX. Al valorar lo cotidiano (en todas sus versiones, incluso la basura) y otorgar a los productos del azar el rango de objetos artísticos, logra abolir la separación entre arte y vida. También logra que la imaginación haga su juego, que se incentiven las grietas delmundo, descalabrando, una vez más, la razón a favor del deseo." (Negroni Elegía a Joseph Cornell, p. 73)
Para quienes añoramos el siglo XIX como si hubiésemos vivido en él, conocerlo a Joseph Cornell de la mano de María Negroni es volver un poco a la niñez. Con los ojos enormes y como conteniendo la respiración voy pasando las páginas, dejándome poblar de imágenes evocadas por palabras de la autora evocadas por el arte de Cornell.
Joseph
Cornell, ese hombre gris que recupera olvidos en negocios de segunda mano y
construye un aleph en su departamento de Manhattan, nació ya en el siglo XX. Pero
su gustos son del siglo anterior: la poesía simbolista, la música romántica, y
esa manía de coleccionar objetos, catalogarlos, reutilizarlos. “Es un artista
plástico que no pinta, un cineasta que no filma,” dice la autora en esta entrevista tan linda que le hizo Silvina Friera para Página 12. Uno más en la línea de artistas que evitan la tiranía de
la representación y se lanzan a crear mundos con pedacitos de este mundo.
Maria
Negroni dice que es el Baudelaire de Manhattan, y me sorprende la sorpresa de
la entrevistadora ante el hecho documentado de que Cornell leyera las Ficciones de Borges. Porque pienso que también
podría describírselo como el Borges de Manhattan.
En el
mundo académico de hoy, en el que lo que se estudia tiene que tener una relevancia
concreta e inmediata, leer este libro de María Negroni nos recuerda que hay que
hacerle lugar a una relación con el conocimiento y con el arte menos focalizada
en el resultado. Que la relevancia del arte y de la literatura no siempre es
concreta ni inmediata. Que el arte y la literatura crean otros espacios, y otras experiencias que
no son calculables de antemano. Si se cerraran esos espacios, los Joseph Cornell y sus colecciones de bartijas reentramadas caerían en el
olvido. Nadie moriría por ello, pero el mundo sería tanto más liso.
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ResponderBorrarGracias por la reseña. Aunque no he leído el texto de Negroni si he podido admirar el trabajo de Cornell. Es uno de esos artistas que tienen magia en su trabajo y que con sus procesos de creación y composición, reutilización de elementos nos enseñan una forma distinta de concebir el arte. Desde la literatura es bastante lo que se puede aplicar desde está perspectiva de vanguardia. Es una lástima que casi desconocido porque es un artista interesante y total. Gracias por tu publicación. Saludos desde la Maestría de literratura UPTC, Colombia
ResponderBorrarGracias por tu mensaje, Dafne. Me fascinó el personaje de Cornell y diría que la misma Negroni en su literatura (y especialmente en este librito) usa técnicas de composición de este tipo. Si lees el libro, sería interesante saber qué te pareció. Saludos, Andrea.
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